Connelly, Michael - Echo Park by Connelly Michael

Connelly, Michael - Echo Park by Connelly Michael

autor:Connelly, Michael [Michael, Connelly,]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: thriller
editor: thriller
publicado: 2011-03-10T15:58:12.125000+00:00


Tercera parte. Suelo sagrado

19

Por la mañana Bosch estaba preparando café para Rachel y para él cuando recibió la llamada. Era su jefe, Abel Pratt.

– Harry, no has de venir. Acabo de recibir la noticia.

Bosch medio lo esperaba.

– ¿De quién?

– De la sexta planta. La UIT no lo ha cerrado y, como la cuestión está tan caliente con los medios, quieren que te mantengas al margen un par de días hasta que vean cómo va a ir esto.

Bosch no dijo nada. En la sexta planta estaba la administración del departamento. Pratt se estaba refiriendo al colectivo de cabezas pensantes que se quedaba paralizado cuando un caso impactaba con fuerza en la televisión o en el terreno político, y ése lo había hecho en ambos. Bosch no estaba sorprendido por la llamada, sólo decepcionado. Cuanto más cambiaban las cosas, más permanecían iguales.

– ¿Viste las noticias anoche? -preguntó Pratt.

– No, no veo las noticias.

– Quizá deberías empezar. Ahora tenemos a Irvin Irving en todos los canales criticando este desastre, y se ha concentrado en ti específicamente. Anoche dio un discurso en el lado sur diciendo que contratarte de nuevo era un ejemplo de la ineptitud del jefe y de la corrupción moral del departamento. No sé qué le hiciste al tipo, pero la tiene tomada contigo. «Corrupción moral»; no se anda con chiquitas.

– Sí, pronto me estará culpando por sus hemorroides. ¿La sexta planta me está marginando por culpa suya o de la UIT?

– Vamos, Harry, ¿crees que yo sé algo de esa conversación? Sólo he recibido una llamada y me han dicho que hiciera otra, ¿entiendes?

– Sí.

– Pero míralo de este modo: con Irving tirándote mierda, la última cosa que haría el jefe sería darte la espalda, porque eso equivaldría a darle la razón. La forma en que yo interpreto esto es que quieren seguir el reglamento a rajatabla y dejarlo todo bien atado antes de cerrarlo. Así que disfruta de la suspensión y permanece en contacto.

– Sí. ¿Qué ha oído de Kiz?

– Bueno, no han de preocuparse por suspenderla a ella. No va a ir a ninguna parte.

– No me refiero a eso.

– Sé a qué te refieres.

– ¿Y?

Era como pelar la etiqueta de una botella de cerveza. Nunca sale entera.

– Y creo que Kiz puede tener algún problema. Ella estaba allí arriba con Olivas cuando Waits actuó. La cuestión es, ¿por qué no le voló los sesos cuando tuvo ocasión? Parece que se quedó paralizada, Harry, y eso significa que puede verse perjudicada con este asunto.

Bosch asintió con la cabeza. La interpretación política de la situación que había hecho Pratt parecía enfocada. Le hizo sentir mal. En ese momento, Rider tenía que luchar para salvar su vida. Después tendría que luchar para salvar su empleo. Sabía que no importaba de qué lucha se tratara, él permanecería a su lado hasta el final.

– De acuerdo -dijo-. ¿Algo nuevo sobre Waits?

– Nada, ni rastro. Probablemente ahora esté en México. Si ese tipo sabe lo que le conviene, no volverá a sacar la cabeza del suelo.



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